lunes, 3 de junio de 2013

Las élites extractivas

Que la teoría de la austeridad o del recorte no tiene justificación en época de crisis, lo sabía ya en la segunda mitad del siglo XX John Maynard Keynes y es un hecho reconocido y demostrado por economistas actuales como Paul Krugman o Joseph Stiglitz.


Polvorillas.- Hasta un hombre como el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, que no se destaca por su decisión y buen saber económico, lleva meses llorando a Europa para que rebaje los criterios de déficit que presumiblemente la Unión Europa suavizará hoy.

La teoría de la austeridad y del recorte nos está llevando a una situación tan delirante como que la desviación presupuestaria registrada por el Estado hasta el pasado abril ascendiera a 25.007 millones, el mayor desfase de toda la historia reciente. Este dato representa un déficit del 2,38% del PIB, lo que supone que el déficit en abril es dos centésimas mayor que el del mismo periodo de 2012. De seguir la tendencia, el Estado incumpliría su objetivo de déficit para este año y todo esto pese a haber aumentado los impuestos y haber recortado más prestaciones y derechos que ningún otro gobierno de nuestro país.

¿De qué sirve entonces tanta austeridad? ¿Por qué si dos premios Nóbel de Economía y el padre del crecimiento del siglo XX han demostrado que la austeridad no conduce al crecimiento, seguimos venerando a Olih Renh y a Angela Merkel con sus absurdas teorías de ajuste presupuestario?

Todo este planteamiento nos conduce a un único lugar, a las llamadas “élites extractivas”, esa población que, según el último informe de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), basado en el Índice para una Vida Mejor, que mide el bienestar económico y social, “la población que ocupa el 20% superior de la escala de ingresos gana más de seis veces lo que percibe la población que ocupa el 20% inferior". El informe concluye que solo estamos por delante de Turquía y Méjico.

Esta información nos resulta muy relevante a sabiendas que el Índice para una Vida Mejor se construyó a partir de las recomendaciones de una comisión dirigida por dos premios Nóbel de Economía, Joseph Stiglitz y Amartya Sen, y el economista francés Jean-Paul Fitoussi para desarrollar nuevas formas de evaluar el bienestar material y la calidad de vida. El índice integra diversas estadísticas relacionadas con once áreas: vivienda, ingresos, empleo, comunidad, educación, medio ambiente, compromiso cívico, salud, satisfacción ante la vida, seguridad y balance entre vida y trabajo.

Pero además, y para nuestra desgracia, no solo crece la desigualdad, sino también lo hace el fracaso escolar. Esta misma fuente sitúa a España un 20% por debajo de la media de la OCDE. Esta posición es fruto, en buena medida, de las drásticas decisiones adoptadas por el ministro Wert y que en lugar de enmendar ahora plasma en la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE). El deterioro también se observa con otros derechos fundamentales como la vivienda, el empleo o el medio ambiente. 

En casi ningún indicador, España está en la parte alta o positiva de la tabla, por tanto, la ciudadanía española estamos padeciendo un sufrimiento gratuito bajo el imperio del déficit que no nos conduce más que a un camino sin salida de malestar social. Las políticas de austeridad y recorte únicamente son fruto de un artificio contable que pretende que aquellos que tienen el control sobre los bienes y recursos sigan enriqueciéndose, mientras la mayor parte de la ciudadanía ve como su calidad de vida se deteriora a pasos agigantados.

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