martes, 14 de marzo de 2017

Una vida de huelgas y pulsos











Una vida de huelgas y pulsos

  • JOSÉ MORAL | SECRETARIO GENERAL PROVINCIAL DE CC OO

  • El jienense, que iba para torero y estudió en un colegio de curas, afronta su último tramo al frente del sindicato mayoritario en la provincia, tras más de tres décadas


MIGUEL ÁNGEL CONTRERAS

EN mitad de la charla sale a colación cuál es su película favorita, no duda ni un segundo, y hasta comienza a recitar de memoria líneas de diálogo: «Mi nombre es Íñigo Montoya, tú mataste a mi padre. Prepárate a morir». La amenaza la lanza el protagonista de La princesa prometida, film de culto hogaño, «pero que cuando vi la primera vez nos gustaba a cuatro gatos». En las reuniones de amigos en casa, todavía hoy, pone cortes de la peli y repiten diálogos.
El lado guerrero lo saca también en su labor profesional. Cantaba Pedro Navajas que «si naciste 'pa' martillo del cielo te caen los clavos». A los versos que aluden al inexorable destino acude José Moral Jaenes (Valdepeñas, Jaén, 1960) para explicar su vida dedicada a todo lo contrario, a cambiar y mejorar lo que se puede cambiar y mejorar, a no conformarse con su suerte. Más de tres décadas de vida sindicalista le contemplan, dos al frente de CC OO en Jaén, del que es secretario general provincial, aunque
«por poco tiempo más».
Dará un paso atrás, o más bien al lado, en breve, dejando la secretaría aunque no el sindicato. Y un poco más allá, cuatro o cinco años, el jienense, funcionario de correos, espera verse jubilado «si antes no retrasa la edad este gobierno como está deseando», recuperando tiempo para leer novela, su gran pasión aparcada, para la música -jazz sobre todo- y el cine. «He sacrificado muchas cosas, quien diga que estando en un puesto de responsabilidad así y sin tener por qué (al ser funcionario) no se ha planteado dejarlo muchas veces, miente. Pero no recuerdo cómo era la vida sin esto. Esto no es una actividad, lo cubre todo». Muy lejos de la leyenda negra que parece asociada al sindicalista hogaño, de desviar fondos, ser vagos, impostores o vendidos al poder.
En su primer día en Correos en Almería, donde estaba destinado, entró en el ascensor con un hombre grande con un paquete, lo saludó y se presentó. Era el secretario general del sindicato en Almería. «Fue premonitorio», señala. Se afilió y un par de años después empezó a trabajar en CC OO. A Jaén no volvió hasta 1995, tras doce años, y pese a que Almería no era precisamente puntera a nivel andaluz había crecido mucho gracias a la agricultura bajo plástico y «noté que retrocedíamos desde la percepción que yo tenía de mi tierra, esperaba más desarrollo en nuestra provincia. Lo más triste es que esa sensación sigo teniéndola hoy en día».
Expulsado del colegio
El menor de dos hermanos, hijo de ama de casa y agricultor («de los de entonces, de los que trabajaban el campo, no propietario de tierras como ahora, en eso hemos mejorado bastante, por suerte»), a los 9 años ingresó en un internado de curas. A los tres años ya le habían expulsado de dos. «No recuerdo bien por qué, con poco que les dijeras o no estuvieras de acuerdo eso ya era que tenías la maleza dentro», se defiende. «Era la única forma que tenías de estudiar gracias a que estaban no subvencionados sino potenciados por el régimen, ahora parece que nadie ha estudiado en uno», apostilla.
Durante un tiempo pensó que podía ser torero. Guarda una foto vestido de esa guisa, de pequeño. «Pero vamos, que ni de coña», ríe ahora. Al final, acabaría saltando al ruedo y plantándose pero ante otros Miuras. Su carácter se forjó en gran parte por crecer «en un ambiente con tantas carencias». Un dato. En 1969 el régimen franquista realizó una 'deportación interna' de sindicalistas, dentro del propio territorio, y a uno de ellos, Fernando Soto, lo mandaron a su pueblo. «Está a solo 30 km de la capital, qué comunicación habría para considerar que aquello era aislarlo».
En su cabeza, «ser algo distinto de lo que habían podido ser mis padres, por reconocimiento hacia ellos, aunque con el tiempo descubres que fueron mucho más de lo que creías». Así que tras el Bachillerato opositó a Correos y obtuvo su plaza.
«Aquí si algo sale bien es cosa de todos y si sale mal es cosa tuya y además debe ser así porque eso es la responsabilidad», señala el secretario general de una organización con más de diez mil afiliados en la provincia. «CC OO no tiene padre ni madre. Nació de la mano del Partido Comunista, pero si siguiera así, como algunos dicen de forma recurrente, ganaría las elecciones IU. Hoy el sindicato tiene más cotizantes que todos los partidos políticos juntos en este país. Es gente que entiende que este es el sitio donde tiene que estar para la mejor resolución de sus problemas».
Antes, más fácil
Sobre la situación actual, considera que «antes era más sencillo todo, que no más fácil. Con conseguir libertad... Ahora nos dicen que para qué la queremos, pues los que tenemos memoria sabemos que no podías ni hablar algunas cosas y si lo hacías tenías represalias. Ahora es más complicado, el poder ha desarrollado otros mecanismos para que estés sometido. Tener cubiertas las necesidades básicas, un trabajo que te permita vivir con dignidad, es complicado. Quien diga que estamos peor no es cierto para nada, pero hay que estar preocupados. Y hay una parte de la sociedad que se cuestiona no la Constitución sino el sistema constitucional, que es lo que le da arquitectura a este país. Me preocupa que las fuerzas políticas que no pueden ser sustituidas por nadie estén así. Como los sindicatos, que en la Constitución estamos en el artículo 7, por delante, por ejemplo, de las Fuerzas Armadas».
Pese a todo, no quiere ser derrotista, apelando a «una convicción absoluta. La vida hay que vivirla, las mismas situaciones de partida tienen conclusiones totalmente diferentes según el caso, porque lo que más importa son las personas. La vida hay que vivirla y hay que vivirla en primera persona».

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