Tener un trabajo, ¿privilegio maldito?
El gobierno central
está adoptando la malsana costumbre de querer flexibilizarlo todo como única
forma de salir de la crisis, y se vale para ello de continuas reformas que
atacan de manera indiscriminada derechos y condiciones laborales. Se olvida de
que con esas reformas, con la
laboral como baluarte, lo único que ha generado ha sido desempleo, precariedad
en las condiciones de trabajo y enfermedad. Y digo bien, porque
a las personas que en estos momentos encuentran un empleo o han conseguido
mantener el suyo se les inculca de tal manera la idea de que son unas
privilegiadas que están dispuestas a aceptar los cambios que quiera el
empresario en sus condiciones de trabajo antes de perder ese “privilegio”.
Las estadísticas
reflejan que nos encontramos con un nuevo fenómeno, el “presentismo laboral”,
con trabajadores y trabajadoras que acuden a sus puestos de trabajo pese a
estar enfermos por temor a represalias, que pueden llegar incluso al despido,
con el consecuente aumento de enfermedades como la ansiedad o la depresión.
Este fenómeno rebate de pleno el argumento de frenar el absentismo laboral,
esgrimido por el gobierno para aprobar una nueva reforma, la de
las mutuas, que lo
único que hace es darle más poder a las empresas y
traspasar competencias de los profesionales del servicio público de salud a los
médicos de las entidades privadas bajo la figura del silencio administrativo
positivo. Si los trabajadores ya tenían miedo de ponerse
enfermos por temor a perder su empleo, ahora con esta reforma es que
directamente se les limita hasta el derecho a enfermar.
La Ley de Mutuas es, junto con la reforma laboral, el mayor ataque
a los derechos de los trabajadores y trabajadoras en las empresas ya que con ella se le otorga a estas
asociaciones empresariales de carácter privado, la potestad de solicitar el
alta médica de la persona trabajadora a las Unidades de la Inspección Médica
del
Servicio Público de Salud cuando el trabajador está de baja temporal por
enfermedad común. Esas Unidades son las encargadas de trasladar la solicitud al
médico de cabecera pero, si en el plazo de cinco días no se responde a esa
petición, se produce el alta de manera inmediata por silencio administrativo
positivo.
Sinceramente,
dudo mucho que los casi seis millones de personas desempleadas que hay en
España y los “privilegiados” que tienen un empleo, quieran quedarse en sus
casas y perder un privilegio que, eso sí, puede acabar siendo hasta perjudicial
para su salud.
Y
es que el gobierno vuelve a olvidarse de que el mayor capital de una empresa es
su capital humano y en lugar de protegerlo, lo lleva a límites más propios del
siglo XIX acabando de un plumazo con años de conquistas, ya no solo laborales,
sino de derechos que influyen directamente en la calidad de vida de la
ciudadanía.
El otro argumento
esgrimido por el gobierno para aprobar la reforma de la Ley de Mutuas también
cae por su propio peso ya que no se puede hablar de asegurar la sostenibilidad del
sistema cuando
los últimos datos oficiales indican que de las 20 mutuas que componen el
mercado mutual solo cuatro han presentado ligeras pérdidas.
El gobierno ya nos
tiene acostumbrados a sus barbaridades pero la barbaridad no puede
convertirse en norma y
por eso hace ya varios meses que CCOO ha iniciado una campaña informativa en
empresas y centros de trabajo de toda Andalucía para aunar esfuerzos contra
este abuso empresarial auspiciado por el gobierno.
La Junta de Andalucía, que también está adoptando la mala costumbre de
dar la callada por respuesta, no puede guardar silencio
públicamente en este tema, y debe dar una respuesta alta y clara de rechazo a
esta Ley, garantizando el derecho constitucional a la protección de la salud
recogido en el Estatuto de Autonomía de nuestra comunidad, ya que la nueva
norma supone además una invasión clara del gobierno central en las competencias
públicas del servicio andaluz de salud.
Las acciones del
gobierno no pueden hacerle olvidar a la ciudadanía que tener un empleo es un derecho,
no un privilegio y
mucho menos perjudicial para la salud de quien lo tiene.
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