9 de
junio de 2012
Ya
es oficial: España es el cuarto país de la zona euro que se acoge a un rescate
para salvar sus cuentas. Por mucho que el Gobierno intente disfrazar la realidad, por mucho que sea
solo un rescate financiero (como el de Irlanda, por otra parte), la realidad es que España
pierde hoy gran parte de su soberanía. Aunque no hay condiciones explícitas
para la política económica y fiscal del país, las hay implícitas. La UE y el
FMI no nos van a regalar 100.000 millones de euros.
El
rescate no se condiciona de forma directa con unos ajustes concretos –como con
Grecia, Portugal e Irlanda–, pero el propio comunicado del Eurogrupo deja claro que sí hay recortes
pendientes: “El Eurogrupo está convencido de que España va a cumplir
sus compromisos sobre el excesivo déficit y con las reformas estructurales, con
el fin de corregir los desequilibrios macroeconómicos en el marco del semestre
europeo. El progreso en estas áreas será vigilado muy de
cerca y regularmente revisado en paralelo con la asistencia financiera. Traducido:
si no se cumple pronto con el déficit, el grifo para la banca también se
cierra.
En
próximas fechas, tal vez la próxima semana, Mariano Rajoy nos leerá a los
españoles la cara oculta de esta “ayuda” exterior. Aunque el rescate no esté
formalmente condicionado, implícitamente sí lo está: el dinero para salvar a
nuestra banca no saldrá gratis para la sociedad. Desde Alemania recetan desde
hace años a España cuatro medidas para el ajuste fiscal, para cuadrar las
cuentas públicas. Cuatro grandes recortes de los que Rajoy nos hará tomar dos
tazas: pensiones, funcionarios, IVA y prestaciones por desempleo.
Subida del IVA.
No se trata solo de subir otros dos puntos el tipo máximo, del 18% al 20 % o al
21%. También pasa por cambiar determinados productos y servicios del IVA
reducido al IVA normal. Por ejemplo, los hoteles y restaurantes. En gran parte
de Europa pagan el IVA normal. Aquí, por ahora, es IVA reducido.
Recorte a funcionarios.
Con casi seguridad, se congelarán las nuevas plazas y también se recortarán los
salarios, probablemente a través de reducciones en las pagas extras y en los
complementos. La línea roja está en los despidos: en reducir el número total de
trabajadores públicos, no solo eliminando interinos. No sería novedad en un
país intervenido: ya ha pasado en Irlanda, en Grecia y en Portugal.
Pensiones.
Es uno de los recortes que el Gobierno está intentando evitar, consciente de su
tremenda impopularidad. Hay tres ingredientes en esta receta: elevar aún más la
edad de jubilación –en Irlanda, por ejemplo, ya están en los 68 años–, acelerar
la entrada en vigor de la jubilación a los 67 y, como última opción, recortes
las pensiones que ahora mismo se pagan.
Prestaciones por
desempleo. En dos formatos: endureciendo las
condiciones para acceder al seguro de desempleo y también reduciendo su cuantía
y su duración.
Además
de estos cuatro duros recortes que se barajan, prepárense también para la
pedrea: tasas, copagos, peajes, privatizaciones… El Gobierno español pretende
pasar a la historia como el primero en Europa que afrontó una intervención sin
perder el poder y sin dar siquiera la cara –que Rajoy no comparezca es
insultante–. Después de todas sus mentiras, a pesar de su reciente mayoría absoluta,
¿tendrán la legitimidad social necesaria como para convencer a los ciudadanos
de que acepten un ajuste así?
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